miércoles, febrero 18, 2009

Llegó la hora...

Que raros habían sido todos estos días. Exámenes, mas exámenes, suposiciones, pensamientos, ideas de que le podía estar ocurriendo a mi cuerpo. Mareos, dolor de cabeza, insomnio, falta de apetito, cansancio, vómitos (incluso con sangre) y dolores a los riñones eran los principales síntomas. ¿Que ocurría? ¿Que le pasaba a mi cuerpo? Consulté al doctor. La primera vez, su diagnóstico fue sicológico, y me derivó al sicólogo. Allá, me repitió lo mismo, pero me mandó a hacer exámenes. Los exámenes salieron todos perfectos, el doctor dijo que no se presentó ni la mas mínima anomalía. ¿Que ocurría entonces? No fallaba el cuerpo, fallaba la mente. El problema era sicológico. Y yo lo sabía, pero no queria asumirlo. Mi mente, hundida por casi 18 años en un pozo sin luz, donde solo existía la pena y la angustía, hace un par de meses comenzó a salir a flote. Pero algo no la dejaba salir completamente. Algo le impedía ser feliz completamente. Pero no era mi cuerpo, ni las estúpidas exigencias, ni nadie. Era solamente yo mismo, encerrado en una jaula. Encerrado, sin poder darme cuenta del daño que me estaba haciendo. Dejando por momentos que mi otro yo, que me dominó completamente por 17 años, envenenara mi mente con tonterías y más tonterías que carecían de argumentos y razones de ser. Aún una parte de mi mente intentaba ser como Solid Snake, personaje de Metal Gear Solid, protagonista, el cual he admirado desde que conocí la saga, hace 11 años atrás. Mi mente se acostumbró a estar mal, a ser infeliz, a estar angustiado y vivir siempre en la oscuridad. Y buscaba razones para deprimirse, hacerse daño, torturarse y así volver a ser como antes. Como los últimos meses de mi vida han sido tan felices, le costaba encontrar algo. Pero lo encontró. Encontró en las estúpidas exigencias que se me hicieron la manera de volver a atacar, de tratar de envenenar mi mente, tratar su insurreción (como la de Liquid), y volver a tomar el control. Yo ignoré eso, no me dí cuenta que solo me estaba torturando, preocupando a los demás y haciendome daño. Pero luego de conversar con mi tío, de analizar y pensar toda una mañana me doy cuenta. No hay ningún otro responsable aquí mas que yo. Pero ya basta. Se acabó eso. Ha llegado la hora de dejar atrás a Solid Snake, ha llegado la hora de dejar atrás definitivamente mi lado frío, el lado que me atormenta día a día. Ha llegado la hora de dejar a un lado esas antiguas manchas en mi mente. Llegó la hora de salir del vaso con agua rumbo al océano, donde me espera mi familia, amigos y polola. Llegó la hora de ser definitivamente yo, llegó la hora de disfrutar la vida, de disfrutar a mis amigos, familia y polola.

Gracias a todos, de verdad. A mis amigos, a mi familia, y en especial a mi polola. Algún día encontraré la manera de retribuirles todo lo que han hecho por mí. Hoy, un nuevo Sebastian aparece. Un Sebastián renovado, tranquilo, conciencte de muchas cosas. Pero principalmente, ese Sebastián viene solo en su interior, Solid Snake desapareció, y en su lugar aparecen mis familiares, amigos y polola. Simplemente gracias por todo =) algún día encontraré la manera de retruirles todo lo que han hecho por mi.

Llegó la hora, definitivamente, de ser feliz =)

lunes, febrero 16, 2009

Just a dream...


"Llegaste del océano, apareciste de la nada. Desde la primera mirada que me dirigiste, cautivaste inmediatamente mi atención. Aun recuerdo esa noche cuando me convertí en invocadora, y en la Isla de Besaid todos estaban esperanzados en que seguiría los pasos de mi padre y derrotaría a Sin. Todos recordarán esa fecha por eso, pero yo no. Ese día, ocurrió algo muchísimo mas importante para mí, que lleno mi cuerpo de alegría, gozo, pasión, amor, lleno todo el mundo que Sin destruía cada día con luz y colores. Camino a la isla de Kilika, nos conocimos más. Y nuestros padres también se conocían, puesto que el mío era un invocador como yo, y el tuyo era si guardían, junto con Auron. Desde un comienzo te admiraba muchísimo. Una vez que desembarcamos en la isla de Kilika, quise que fueras mi guardián. Luego de eso, nos desplazamos a Luca, donde tú jugaste Blitzball junto con los Besaid Aurochs, y ganaron la copa. Luego llegó la hora de partir, ahora contigo y Auron como guardianes. A medida que pasaba el tiempo, más te admiraba, más me cautivaba aquella tierna mirada tuya. Quería conocerte más a fondo, pero no podía. Mi misión como invocadora implicaba sacrificarme al final de mi camino, pero tú no lo supiste hasta mucho después. Posteriormente, el maestro Seymour me propuso matrimonio, más por conveniencia de Spira y el bien general que por una cuestión de sentimientos. Al principio, accedí. Estaba todo listo, pero al enterarte que Seymour fue el responsable de la muerte del señor Jiscal, lo enfrentaste junto con mis amigos. Yo no pude soportar que los dañaran, y luché con ustedes. Combatir a tu lado era genial, me sentía protegida, querida, sentía que sin importar lo cruel y dura de la batalla, siempre lograríamos salir adelante. Matamos a Seymour, y se nos vino todo Spira encima. Todos nos veían como asesinos, debímos huir y escondernos en los refugios Al Bhed. Pero en el desierto, nos separamos, y fuí capturada por Seymour y sus ecuaces, quién estaba "vivo", puesto que no se le realizó la danza. Se me obligó a casarme con el, mientras que a ustedes, en caso de captura, se les daría muerte. Con ayuda de mi tío Cid, llegaron a Bevelle, donde se efectuaría la boda, y me rescataron. Luego de conocer los horrores y la verdad tras Yevon (el gobierno de Spira), logramos huír hacía los bosques de Macalania. En las aguas del bosque, yo estaba destruida. Mi carrera como invocadora había llegado a su fin, todo estaba perdido. Pero en ese momento, llegaste tú. Me consolaste, me diste fuerzas, y en ese momento, un beso rosó nuestros labios. En ese momento, yo no sabía que era esa extraña sensación. Esa sensación de paz, de armonía, de no sentir que es lo que sucede a tu alrededor, pero a la vez una sensación hermosa, llena de ternura y amor, que hizo que mi cuerpo se llenara una vez más de vida. Esa noche, fue la noche más hermosa de toda mi vida. Parecía un sueño, pero no, era real. Me ayudaste a levantarme, me diste fuerzas y juntos logramos seguir el camino para derrotar a Sin. Luego de seguir el camino, al llegar a las ruinas de Zanarkand, Yunalesca nos pidió que para invocar al Eon final, necesario para derrotar a una criatura tan gigante como Sin, debía sacrificar a uno de mis guardianes. Me negué, combatimos a Yunalesca y salimos victoriosos, una vez más. Informamos a Yevon lo ocurrido, y el maestro Mika, máxima autoridad, cayó en pánico. Según él, destruimos la única manera de derrotar a Sin. Fue tanta su desesperación, que se retiró al mundo de los muertos. Mi mente no podía más, habíamos ido en contra de toda regla, y ya no había manera posible de derrotar a Sin. En vez de traer el bien, traje el mal a Spira, que estaba condenada a vivir eternamente con semejante criatura. Pero una vez, apareciste. Me diste fuerzas, me levantaste otra vez, y me dijiste que de alguna manera lo derrotaríamos, no importa como. Gracias a eso, logré salir a flote una vez más. Luego de analizar mucho a la criatura, logramos encontrar la manera. Debíamos penetrar en su interior y derrotar a Yevon, que era quién le daba vida a esa cosa. Después de muchísimas batallas juntos, de que luchamos con los peores enemigos de toda Spira y que derrotamos a los más poderosos, logramos destruir a Yevon. Al final de todo, y en la nava de mi tío Cid, yo efectuaría mi ultima danza para envíar todas las almas, incluyendo la de los Eones, hacía el otro mundo. Pero ahí, pasó eso. Al derrotar a Sin, las fuentes de los sueños, que seguían vivas gracias a la criatura, desaparecieron. Y ahí todos, excepto tú, que ya lo sabías, nos enteramos de la verdad: Al morir la criatura, tu desaparecías. Después de todo lo que luchamos, de que lograste que mi cuerpo se llenara de vida, me hiciste conocer el amor, esa gran fuerza que me movió para seguir luchando. Me hiciste reconstruir mi mundo interior, destrozado totalmente. Pero no eras más que un sueño hecho realidad, pero que todo sueño, debe llegar a su fin. Cuando comenzaste a caminar para marcharte, no soporte la angustia y corrí detrás tuyo. Pero no te toqué. Atravesé totalmente tu cuerpo, que ya estaba estaba desapareciendo. Y en ese momento, me dí cuenta que te amaba. Luego de tantas luchas, de tantas penas y angustias, todo era luz. Logramos destruir a Sin y podríamos vivir en paz, volver a los pantanos con las luciernagas nocturnas, podríamos viajar en esos elefantes gigantes, podríamos volver a aquella maravillosa laguna de Macalania a revivir aquella maravillosa noche. Siempre supiste que si destruíamos a Sin, tú deberías desaparecer. En ese momento, mi mundo una vez más se vino abajo. Era por lo que habíamos luchado todos estos meses. Logramos que el mundo viviera sin la opresión de la criatura, vivir tranquilos. Pero tú no estarás conmigo para disfrutar este mundo. Mi cuerpo es un ente errante, sin saber el propósito del estar aquí sin tí. Mi cuerpo me pide a gritos que te busque, pero por mas que silvo y silvo, no apareces. Mi corazón se destruyo en millones de pedazos pequeños, imposibles de reparar. Mi alma comienza a desgastarse al saber que no estarás más a mi lado, que no podré abrazarme cuando me sienta mal y necesite un abrazo, que no podré besarte, acariciarte, o simplemente decirte cuanto te amo. Supieras cuanta falta me haces, a pesar de que hace solo unas horas que te fuiste. Hubiese preferido que Sin viviera, pero estar contigo. Hubiese preferido vivir con el terror de esa criatura, pero a tu lado. Te extraño tanto amor mío, me haces falta. Te necesito. Pero sé que por mas que busque, no aparecerás más que en mis sueños. Lograste materializarte un día, y cambiar totalmente mi mundo interior. Lograste que mi cuerpo se llenara de vida, que una planta marchita volviera sana y fuerte a la vida, que retomara su color verde. Ahora, esa planta una vez mas se ha marchitado, se ha destruido. Cuando me dirigí a todo Spira, solo pedí una cosa. Quer los amigos y la gente que perdimos, o los sueños que desaparecieron, jamás los olvidemos. Yo jamás podre olvidarte, amor mío, puesto que te amaré por el resto de mi vida. Gracias por todo..."
Memorias de Yuna.