lunes, junio 23, 2008

Capítulo 7

Al llegar la mañana, desperté con energías renovadas. Desperté a todos, y les dije que no llegaron refuerzos. Que iría a detener a Espectro. Petit y Gilder se miraron, y dijeron que me acompañarían. John y Fernando no quisieron ir. Entonces, decidimos que ellos se quedarían con Dopamina. Partimos yo, Petit y Gilder a detener a Espectro. Pero a mi no me interesaba detener su plan (si es que lo tenía) ni a su ejército. Solo quería vengarme. Y el odio me invadió.

El este de la ciudad estaba a 12 kilómetros del centro, y este, a su vez, a 40 kilómetros de la cueva donde nos encontrábamos. Por lo tanto, era bastante lo que debíamos caminar. En el camino, Gilder y Petit fueron conversando sobre sus planes a futuro, sus becas, sus logros militares. Yo, por mi parte, solo me concentraba en el odio que le tenía a Espectro, que iba en aumento. Llegamos al atardecer al este, y nos encontramos con un pequeño edificio que no fue destruido. Sin duda que Espectro estaba ahí. Gracias a las excelentes tácticas de Petit y Gilder, logramos entrar en el edificio y llegar al último piso, donde se encontraba Espectro. Cuando llegamos, no se sorprendió en vernos.

-Los estaba esperando. Pasen –Dijo, con una amabilidad bastante extraña

Entramos, sin bajar la guardia en ningún momento. Estábamos en un laboratorio gigantesco, con muchísimos cuerpos humanos encerrados, y otros tantos seres, también encerrados.

-Bienvenidos a mi laboratorio –Dijo Espectro- Aquí he desarrollado toda la tecnología que usaron mis soldados para destruir esta ciudad y sus habitantes.

-Espectro- Dijo Petit –Te pedimos de buena manera que te entregues pacíficamente.

-¿O si no que? ¿Me dispararán?- Respondió sonriendo el monstruo

-No. Sabemos que las balas no te hacen nada. Pero no podrás derrotarnos a los tres- Dijo Gilder

-¿Ustedes creen?- Dijo Espectro, en el mismo momento en que corrió hacia nosotros, para atacarnos. Nosotros lo esperábamos, pero no tuvimos oportunidad. Su descomunal fuerza y su increíble velocidad nos derribaron en un instante, dejándonos heridos.

-Podría matarlos a los tres si quisiera- Dijo- pero no puedo. Los necesito. Escuchen atentamente, por que ahora les explicaré todo.

-Esos seres que ustedes decían, no son seres. Son humanos. Son humanos despojados de todo sentimiento positivo. Solo tienen el odio, y aborrecen a toda persona que tenga sentimientos. Crearlos me llevó años de investigación, para darme cuenta que los sentimientos son algo creado por el cerebro humano, por un químico llamado “Estermoglobita”, que esta presente en toda la piel, y acumulados de especial manera en la casa. Cada “estermoglobita” es responsable de cada uno de los sentimientos. Pero, son frágiles. Al ser el cerebro expuesto a fuertes vibraciones nucleares libres de radiación, las estermoglobitas de destruyen. Y en base a eso, cree las armas que ustedes vieron. Ahora, si esa arma es modificada levemente, agregándole, además de las vibraciones nucleares, muchas “estermoglobitas O”, el cuerpo no es destruido, solo despojado de sus sentimientos positivos, y viviendo solo con odio. Y con odio, las personas con fácilmente manipulables. Basta decirles a esos estúpidos que otra gente si tiene sentimientos positivos, para que quieran matarlos. Y en base a esa investigación, he creado este ejército, que no siente remordimiento por nada ni nadie, y que es una verdadera máquina de matar. Además, las vibraciones nucleares hacen que los músculos reaccionen, dándole fuerza sobrehumana al que las reciba.

Los tres estábamos totalmente desconcertados. Increíblemente, todo esto tenía explicación racional. Pero… ¿Por qué a mi no me mataron esas vibraciones nucleares, pero tampoco me transformaron en esa cosa?

-El experimento me tomó años- Siguió hablando Espectro, interrumpiendo mi pensamiento- Pero tuvo resultados positivos. Yo fui el conejillo de indias, pero me excedí en la dosis. Por eso crecí, y mi expresión contiene más odio que los otros. Con esta arma, soy invencible.

-¿Y para que mierda nos quieres a nosotros?- Preguntó Gilder.

-¿A ustedes? Jajajajaja no a ustedes. Solo a uno- Me tomó a mí, me arrastró a su lado, y siguió hablando- Solo necesito a este hombre. Este hombre, el cual tiene una mínima presencia de Estermoglobitas en su cuerpo. Por eso el arma no le hace nada. Solo le inyecta la “estermoglobita O” en el cuerpo, además de darle fuerza. Adivinen a que sentimiento corresponde la “estermoglobita O”…

-¿Al odio?- Respondió Petit

-Exacto- Prosiguió Espectro –Con este hombre de mi lado, puedo dominar completamente el mundo. Los efectos en el son sorprendentes, incluso por sobre lo que yo esperaba. Ahora, despídanse de su amigo, por que ahora comenzará a ser otro totalmente distinto.

Espectro apuntó el arma hacia mí, y el tubo se encendió. Sentí de nuevo esa espectacular sensación. Ahora era mas intensa, y sentía mucho mas poder.

-Contemplen como su amigo deja sus escasas estermoglobitas de lado, y deja que el odio lo invada completamente- Decía Espectro, mientras su cara de odio se modificaba ligeramente, y la satisfacción llenaba todo su rostro.

Luego, hubo un gran estruendo. El tubo se apagó, y me puse de pie. Sentí como el poder fluía en todo mi cuerpo. En eso, Espectro pronunció las palabras que me sacaron de sí, y que me volvieron loco.

-Ellos también aman a Dopamina. ¿Querías ser superior a ellos? Ahora lo eres. ¡¡Acábalos!!- Gritó el malvado científico.

Me acerqué a ellos, y los odie. Los odie. Los odie profundamente. Lo decidí. Los iba a matar. Así le demostraría a Dopamina quién es el mejor. Luego, mataría a Espectro, para consumar mi venganza. Llegué donde estaban los débiles. Se pusieron de pie.

-¡¡Reacciona!! ¡¡Reacciona!!- Me pedía a gritos Gilder

-No dejes que te controlé- Exclamó Petit. Pero a mi me daba lo mismo ser controlado. Era superior a ellos.

-Petit. Gilder. Prepárense. Por que vamos a pelear- Les dije, y mi rostro adoptó un odio aún mayor al que emitía Espectro.

Los dos débiles se dieron cuenta que no tenían opción. Pensaron que si me derrotaban, volvería en sí.

-Tú lo quisiste. Nunca podrás con nosotros. Aprobamos con un 100% de efectividad todos los módulos de combate sin armas, mientras que tú solo con un 56,8%- Dijo Gilder.

Ambos me atacaron. Sus golpes eran como moscas posadas en mi cuerpo. ¡¡¡El poder era increíble!!! Los débiles seguían atacando, mientras yo los miraba y recibía todos los golpes, que no eran más que mierda para mí. Era mi turno. De un solo golpe, derribé a Gilder, y lo dejé malherido. Petit quedó estupefacto. Fue a ver como estaba Gilder. ¡¡Mi poder era increíble!! Ahora, mataré a Espectro.

-¿Me vas a atacar a mí? No me hagas reír. No puedes- Dijo el. En eso, saca un control, y lo enciende. Mi cabeza estalló.

-¿Creías que no me daría cuenta que harías esto?- Dijo burlescamente Espectro- Te inyecté un controlador cerebral. A mi no podrás hacerme nada.

Mi cabeza retumbaba. Escuchaba como alguien, en mi mente, me decía “Mátalos. Ellos se creen mejores que tú. Demuéstrales quién es mejor. Y Dopamina será tuya”. Fue imposible rehusarse. Me aprestaba a matarlos, cuando entra Dopamina.

-¡Si los vas a matar, primero me tendrás que matar a mí!- Dijo la bella joven.

Otra vez apareció la voz en mi cabeza. Esta vez sus palabras fueron: “Mátala. Hay millones de mujeres esperando por ti. Ella no es nada. ¡¡Mátala!!”

Me apresté a atacarla, pero no pude. Algo me lo impidió. La voz gritaba cada vez más fuerte que la matara, pero no podía. Mi cabeza parecía que estallaría.

-Escúchame- Me dijo Dopamina- Debes luchar contra eso. Lucha contra Espectro, no contra nosotros, que te queremos muchísimo, que somos tus amigos. Tenía razón. Me dirigí hacia él, con intención de atacarlo. Espectro se defendió, pero yo era mucho más poderoso. Lo maté, pero al hacer eso, el efecto de las vibraciones nucleares se perdió, y volví a ser el mismo. Dopamina me acarició la cara. Me sentí mejor que nunca.

-Que bueno que volviste a ser tú- Dijo la hermosa mujer- Ahora, destruyamos este lugar y vámonos.

Y eso hicimos. Primero, exploramos el laboratorio. Fue increíble ver todo lo que hizo Espectro para llegar al resultado. Mientras lo hacíamos, escuchamos algo. Había llegando un mail para Espectro, de parte de “Los Filósofos”. Decía:

“Espectro. Esperamos que tu misión haya tenido éxito. Si no, nos veremos en la obligación de matarte. Sigue el plan tal y como lo acordamos, sin desviaciones. Esperamos tu respuesta.”

O sea, que no llegamos al fondo de esto. Que todo fue planeado por alguien más...

Capítulo 6

Volví a la cueva junto a Dopamina. No podía creerlo. ¡¡Estaba viva!! Me sentía bien conmigo mismo, por primera vez en mi vida. Llegamos a la cueva, en donde nos esperaban Gilder y John. Nuestra sorpresa fue doble al encontrarnos con Petit y Fernando, quienes lograron escapar. Pero en ese momento, sentí que mi corazón se rompía en mil pedazos. Dopamina corrió a abrazar a Gilder. ¡¡Eran novios!! No lo podía creer. Entonces, el diario que encontré en su casa. Ese soldado que se mencionaba, era él. Y la mujer de la que Gilder hablaba, era ella. Estaba atónito. No podía creer lo que veía. Sentí una tristeza absoluta. Había encontrado una mujer que fue capaz de entrar en mi corazón. La única en mi vida. Y resultó ser la novia de uno de mis mejores amigos. Estaba destrozado.

-¿Qué te pasa? –Me preguntó Petit.

-Nada –Respondí secamente.

-Mira. Si estás así por Dopamina, entiende que no eres el único. Yo también me siento muy atraído por ella. Y me propuse conquistarla.

Genial. Con eso, lo corono todo. Además de ser novia de Gilder, Petit esta también enamorado de ella. ¡¡¡La mierda!!! Con eso, ¿Qué posibilidad puedo tener yo? Gilder y Petit son unas grandes personas y espectaculares soldados. Ambos le pueden prometer un futuro espectacular, además de mucho amor. Yo solo puedo prometerle lo último. ¡¡¡Demonios!!!

Me sentí triste. Muy triste. Yo no podía competir contra ellos. Era como hacer pelear a un joven con el campeón mundial de boxeo. No tenía mayor chance. Me sentía ofuscado, impotente. Los veía, y me deprimía aún más.

-¿Qué vamos a hacer ahora? –Exclamó Gilder, luego de conversar, besarse y abrazarse un rato con Dopamina, mientras Petit miraba con recelo y yo con tristeza.

-¿Y que mierda crees? ¿Qué somos tus papás? Decide tú que harás… -Le dije.

-¿Qué te pasa? –Me respondió- ¿Acaso te hice algo?

-No. No me has hecho nada. Discúlpame –Le repliqué. Lo mejor era dejar eso de lado, y centrarse ahora en Espectro. –Creo que debemos ir a detener a Espectro. Dijo que estaría en el este de la ciudad- Tenía cuentas que saldar con él. No le voy a perdonar el haber encerrado a Dopamina. Esa me la va a pagar.

-Si, pero así como estamos, será imposible. Son muchísimos –Se quejó Petit.

-Petit tiene razón –Respondió Gilder. Fernando y John, que estaban malheridos, estaban durmiendo.

-¿Y? Si no nos morimos ahora, nos moriremos en un tiempo más. Da lo mismo. Hay que detener a Espectro, antes que gané mas poder –Dije como pretexto. No diría que solo quería vengarme por lo que le hizo a Dopamina.

-Tan negativo que eres –Me dijo Dopamina- Petit tiene razón, son muchísimos. Sería suicidio. Lo más recomendable es que pidan refuerzos.

-Las radios no funcionan. Estamos solos. Y no pienso quedarme aquí esperando a la muerte, prefiero ir a buscarla. Si quieren venir conmigo, bien. Si no, bien también –Exclamé, un poco arto de la situación. La verdad es que lo único que queria era salir luego de ahí, para evitar ver a Gilder y a Dopamina.

-Debemos esperar. Los refuerzos vendrán. A lo menos, esperemos hasta mañana – Dijo Petit.

La verdad es que me encontraba exhausto, aparte de herido debido a la pelea con Espectro. Consideré la idea, y me pareció que descansar y partir en la mañana era prudente.

-Yo haré guardia hasta que anochezca. De ahí, despierten a John y a Fernando, y que ellos hagan guardia –Dije. Tomé mi metralleta y fui a la entrada de la cueva, mientras Petit, Gilder y Dopamina se aprestaban a dormir unas horas. Ahí estuve, pensando. Me sentía resignado. El único sentimiento que tenía en mi era el de resignación. Resignación. Resignación. Hay veces en que hay que aceptar que definitivamente no puedes hacer nada. Las cosas se dan de una manera, y tu puedes intentar cambiarlas. Pero a veces, basta con mirar tu maldito escenario para darte cuenta de la cruel y dura realidad: las cosas son así, y no puedes hacer para cambiarlas. Puedes intentarlo, pero no lograras nada. Siempre tus esfuerzos se verán disminuidos o anulados por fuerzas de mucho, pero mucho mayor peso que la tuya. Son esas ocasiones donde simplemente te ves disminuido por fuerzas que son superiores a ti, en cualquier ámbito en el cual desees competir contra ellos. Por que ellos son algo que está más allá de tu capacidad como ser humano, sin dejar de ser, seres humanos. Pero son más que ti. Físicamente, intelectualmente, emocionalmente, etc, etc, etc. Y lo peor, es que esas personas son tus amigos. Te sientes espectacular por sus logros y sus habilidades, pero no puedes dejar de sentirte mal al ver que ellos, cuando quieren algo que tu quieres, siempre te ganarán. ¿Que haría una mujer, si tiene 3 posibles candidatos para ser su pareja? Elegir al que mas le guste. Y lógicamente, le gustará más el que mas cualidades tenga. ¿Que puedes hacer tú, si eres uno de esos candidatos, pero tus amigos tienen muchas mas cualidades y atribuciones de las que tu podrías llegar a tener? Te sientes feliz por ellos. Muy feliz.

Pero, nadie te puede quitar ese malestar. Más que malestar, es una sensación de que esa mujer es un objeto inalcanzable. ¿Que puedes hacer tú, si tus amigos tienen miles de cosas mas para ofrecerle de las que tienes tú? ¿Que puedes hacer si esa mujer se siente atraída por uno, y el otro también está intentando lo mismo? ¿Como hacer que alguien cambie algo de buena calidad a algo de calidad regular o mala? ¿Como hacerle entender a alguien que cambie lo bueno por lo no muy bueno? No tiene ninguna lógica... Nadie lo haría. Y nadie nunca lo hará jamás. ¿Que te queda a ti por hacer? No mucho... Prácticamente nada más que agachar tu cabeza y observar la felicidad que irradiarán esas personas cuando estén juntas, mientras tu, desde un punto x en el espacio donde ellos no pueden verte, observas, y te sientes feliz por ellos, por que ambos son amigos tuyos. ¿Pero que pasa contigo? Simplemente sigues tu maldita vida, aceptando una vez mas tú derrota, y marchándote como un buen soldado que se dio cuenta que ha perdido la guerra.

Y con ese pensamiento, llegó la noche. Desperté a John y Fernando para el relevo. Me fui a dormir. Antes de dormir, recordé en la pelea con Espectro. Y entonces, una aterradora idea cruzó mi mente…

Capítulo 5

Al llegar a la casita abandonada, no había nadie. Aún no anochecía, por lo que decidí esperar a mis amigos, que quizás aún investigaban la ciudad. Mientras esperaba, pensaba en lo que acababa de ver. Aquel cuerpo que irradiaba ese odio, ¿era de un humano? ¿Es posible transmitir sentimientos después de muerto? Siempre fui creyente solo de lo que puedo ver y tocar, por tanto me pareció una idea absurda. ¿Pero como era posible? Bastaba ver la expresión de sus ojos, para sentirse profundamente odiado. Y el otro cuerpo… ¿Quién podría haberle hecho eso? Matarlo de esa manera, y encima escribir con sangre esa frase. Sentí que había algo mucho mas profundo que una guerra. Quizás alguna especia de enfermo mental. Pero… ¿Uno? Difícil. Estaba inundado en preguntas, y buscando su respuesta, solo llegaba a más interrogantes. En eso, siento que abren la puerta de la casa. No podía estar seguro si eran mis amigos, por lo que tomé mi M-16 y me camuflé. Entraron a mi habitación. Lo que vi en ese momento, no lo olvidaré jamás. Era un “ser” idéntico al cadáver que encontré en ese sótano. Su cara irradiaba un odio indescriptible. Eran idénticos al humano, excepto por una capucha, una arma bastante extraña, y su expresión. En sus brazos cargaba un cuerpo. Lo dejó en el suelo. Miré el cuerpo. ¡¡Era John!! Salí de mi escondite, y, apuntando a la criatura, le dije que se mantuviera quieto. Comenzó a reírse de una manera bastante tétrica. Me miró a los ojos, y dijo que no creía que hubiera nadie más que aquellas “cuatro moscas” que habían encontrado. Esas cuatro moscas sin duda debían ser mis amigos. Le pregunté que les habían hecho y donde estaban. Rió nuevamente, y respondió que ellos ahora “están en excelentes manos”. Y en eso, me apuntó con su arma, que era una especie de tubo conectado a la cabeza de este “ser”. El “tubo” comenzó a encenderse. Comencé a sentir una espectacular fuerza que fluía por mí. De pronto, sentí como mi sangre prácticamente hervía. Sentía un odio indescriptible. Comencé a despreciarlo todo. En eso, John, que aún estaba vivo, se levanta y apuñala en la cabeza al ser. El ser exclama que por fin encontraron al sujeto para completar el ejército, y cae al suelo, aparentemente muerto. En eso, por radio dice que lo encontró. John, que estaba claramente malherido, lo patea para matarlo definitivamente. La extraña sensación de odio, pero a la vez de poder, desapareció. ¿Qué demonios intentó hacerme ese ser? John me preguntó si estaba bien, a lo cual respondí que sí. Me dijo que estaban en la casa, cuando aparecieron, de la nada, 4 de esos seres. Como los mejores espías, habían entrado a la casa sin que los escucharan, y los capturaron a todos. Los sedaron, y los llevaron quién sabe donde. Por algún motivo, aquel ser se devolvió a la casa. Y por eso había llegado el monstruo con el aquí. Yo escuchaba, pero no razonaba las palabras de John. Seguía dándome vueltas aquella sensación. Ese poder indescriptible. Ese odio que me hacía sentirme completo. Me hacía sentirme capaz de ganarle a cualquiera, incluso a mis amigos genios Gilder y Petit. Quería experimentarlo nuevamente. John me propuso que fuéramos de inmediato a la busqueda de nuestros amigos. Respondí que sí, y ambos salimos a buscarlos. Nos separamos, y acordamos juntarnos al amanecer en una cueva a 15 kilómetros de la casa, puesto que ya no era segura. John iría a la zona central de la ciudad, mientras que yo iría al oeste, por que el dijo que recordaba haber escuchado hablar a los monstruos sobre el oeste de la ciudad antes de sedarse completamente. Eran más de 30 kilómetros de viaje. Me preparé, y me dispuse a ir a investigar el lugar.

Al llegar, noté de inmediato la presencia de esos “seres” en los alrededores. El olor a sangre del lugar era impresionante. Sigilosamente, comencé a recorrer los edificios del sector, todos destruidos, y algunos totalmente derrumbados. Mi mente estaba dividida en dos. Por un lado, solo quería salvar a mis amigos. Ellos no podían morir. Y por otro lado, la sensación de poder que experimenté con el arma de aquel ser. Quería sentir esa sensación nuevamente. En eso, escucho a dos seres acercarse. Me escondo, y los escucho atentamente. Hablaban de una chica, que por órdenes superiores, no podían tocar por nada del mundo, y de un hombre llamado Gilder, que estaba prisionero en el cementerio, a 2 kilómetros de donde estaba ubicado. Con que Gilder esta vivo. Me dispuse a ir al cementerio. En el camino, aparte de ver a muchos de esos seres, vi como algunos usaban su arma contra algunas personas, las cuales emitían gritos de desesperación, de un dolor indescriptible. Luego, su cara se desformaba horrendamente, y caían muertos, sin piel y con sus órganos totalmente a la vista. Su sangre comenzaba a salir a chorros de todo el cuerpo. Con que esos son los efectos del arma. ¿Pero por que a mí no me hizo eso? ¿Por qué parecía que a mi me hacía mas fuerte? Preferí no pensar en eso. De paso, eso me explicó como murió el hombre del sótano. Llegué al cementerio. Comencé a infiltrarme lentamente, hasta llegar a lo que parecían ser una especia de celdas. Comencé a buscar a mi amigo. En el camino, observé las otras celdas. Todas tenían cuerpos horrendamente destruidos por las armas de esos seres. Otros, al parecer, no aguantaron y se suicidaron. Casi en el final de las celdas, encontré a Gilder. Estaba inconsciente. Abrí la celda, lo reanimé, le expliqué la situación, y le dije que debíamos salir de ahí lo más pronto posible. Gilder me agradeció de corazón por rescatarlo, y me dijo que no soy tan frío ni indiferente como todos piensan. Le dije que solo lo salvé por que no podía hacer la misión solo, que necesito refuerzos, en especial a alguien tan brillante como él. Gilder dijo que yo era muy bueno para usar pretextos. No supe que rayos quiso decir con eso. Cuando íbamos saliendo, los seres nos estaban esperando. De entre todos, destacaba uno. Era casi humano, excepto por su estatura. Media tres metros, y su cara reflejaba un odio inmenso, muchísimo más grande que cualquiera de los otros seres. Se acercó. Lo apunté con mi arma. En eso, el ser exclama:

-¿De verdad me dispararás? ¿Tienes las agallas para hacerlo?

Sentí eso como una ofensa. Con toda mi fuerza, jalé el gatillo de mi metralleta. Las balas comenzaron a salir. Pero pasó algo increíble. Todas las balas parecían desviarse. Ninguna dio en el blanco. El ser gigante rió profundamente, y exclamó:

-Tus balitas no me hacen nada. Tú vendrás conmigo, y dirigirás mi ejército. Pero antes, déjame presentarme. Me llamo Espectro. Por fin encontré un soldado con las características que buscaba. Ahora ya nadie puede detenernos.

No sabía de qué demonios estaba hablando ese ser.

-No se a que mierda te refieres con eso-le dije- Pero no dirigiré ninguno de tus ejércitos. Ahora, mas te vale dejarme pasar, a no ser que quieras que me enfrente a todos.

-¿Tú? ¿Contra todos nosotros? No. No es necesario. Solo te enfrentarás a mí.

¡¡Soldados!! –Exclamó, dirigiéndose a todos los otros seres- retírense. Al instante, todos los otros monstruos se fueron, dejándome solo con Espectro y Gilder que, sentado y malherido, solo observaba la escena.

-Ya viste que las balas no tienen efecto en mí –Comenzó diciendo Espectro- así que será un combate cuerpo a cuerpo. Aunque si quieres disparar, hazlo. Solo malgastarás balas.

No tenía opción. Debía matarlo si quería salir de ahí. Le dije a Espectro que dejara irse a mi amigo. No opuso resistencia. Le entregué mi arma, y le indiqué donde estaba la cueva. Gilder se fue. Solo quedaba yo y Espectro. El ser rió profundamente, exclamó que esto sería muy entretenido, y comenzó su ataque. Además de ser muy alto, tenía una fuerza extraordinaria, y una agilidad impresionante, sobre todo para su altura. Yo apenas si podía repeler sus golpes, y no atacaba.

-Vamos. Seguro que puedes pelear mucho mejor que eso –Dijo Espectro

La verdad es que no podía. El era demasiado poderoso.

-Si no me derrotas, daré la orden que maten a Dopamina –Exclamó el monstruo

En ese momento, me paralicé. Dopamina, la mujer por la cual estoy acá, la que me quita el sueño, en la que pienso todo el día y noche. Con que estaba viva. Y está aquí.

-Si la mato, seguro que me odiaría, ¿cierto? –Dijo el ser

-Te odiaría con toda mi alma, maldito. Más te vale no ponerle un dedo encima.

En eso, Espectro deja de atacar. Emite un sonido, y aparecen dos de los seres más pequeños, con una gran jaula, y dentro de ella, la bella Dopamina. Estaba viva. Los seres se retiraron. Espectro abrió la celda, y comenzó a toquetearla. Pasaba su larga lengua por la cara de Dopamina.

-Que desperdicio –Dijo- que una mujer tan bella deba morir.

No lo permitiría. El odio a Espectro comenzó a apoderarse de mí. Lo ataqué sin pensarlo, hiriéndolo. El monstruo sonrió, y exclamó:

-Perfecto. Deja que tu odio se apodere de ti. ¡¡Atácame!!

No lo pensé. Continué con mi ataque. Espectro no se defendía. El odio tomaba posesión de mi cuerpo. Mis ataques cada vez eran más violentos. En eso, Espectro me apunta con el “tubo”

-Creí que esto era sin armas –Le dije.

-Lo es. Veremos que tal te sientes ahora- Y el tubo se encendió. Nuevamente sentí la sensación de poder, de ese odio eterno, dentro de mí. Sentía poder, mucho poder. Ataqué al monstruo, hiriéndolo gravemente. El tubo se apagó, y dejé de sentir esa sensación.

-De verdad que tú eres a quién buscó –Comenzó diciendo Espectro- Recuerda esa sensación. Por ahora, los dejaré que se vayan. Tu fuerza es más grande de lo que pensaba. Si quieres, llévate a la chica. Te estaré esperando en la zona este de la ciudad. Reagrúpate con tus amigos, y ve a buscarme. Esperaré con ansias nuestro encuentro. Hasta ese momento, ódiame. Nos veremos pronto.

Y el monstruo desapareció…

domingo, junio 22, 2008

Capítulo 4

Al despuntar el alba, ya estábamos todos listos para partir a nuestra nueva misión. Fuimos 5 soldados elegidos para tan importante compromiso: Gilder, Petit, un soldado que era de nuestro pelotón llamado Fernando, un soldado que estaba en la base llamado John, y yo. Fuimos al hangar para que fuéramos llevados aéreamente a nuestra ciudad, y ahí comenzar la infiltración. En el camino, nadie comentó nada. Todos estábamos silentes, esperando el momento para descender del helicóptero. Llegamos a los 30 minutos de viaje. Nos preparamos, y descendimos. Estábamos nuevamente en tierra hostil. Por lo amplio del terreno, lo más conveniente era separarnos. Acordamos que al caer el anochecer, nos reuniríamos en una casa abandonada a 2 km del lugar donde descendimos. La idea de andar solo no me agrada mucho. No se que es lo que haré si tengo que tomar una decisión importante, o hacer algo que valga la pena. Pero que va. Si la misión sale bien o sale mal, me da lo mismo. Pero de pronto, al pensar eso, recordé a esa persona. A esa persona que me quitó el sueño la noche anterior y que me brindó una fuerza que jamás había experimentado. Y la misión dejó de serme indiferente, y sentía reales deseos de dar lo mejor de mí, aunque fuera una miseria. A mi me tocó inspeccionar la villa donde me crié, y donde vive esa persona. Fue un golpe de suerte. Solo quería encontrarla sana y salva. No tendríamos comunicación entre nosotros, por lo tanto no sabría nada de mis compañeros hasta llegar el anochecer, si es que vivía.

Caminé alrededor de 7 kms antes de encontrarme con la entrada a la villa. Estaba totalmente destruida, y parecía un lugar muy tétrico. Algo en ese lugar me daba mala espina. Se me erizó hasta el último pelo de mi cuerpo. Cuando comencé a inspeccionar el lugar, me di cuenta que algo raro había pasado. No había ningún habitante en la villa, pero tampoco encontré los cuerpos de nadie. Esperaba encontrar a alguien que me guiará, pero nada. Solo polvo, sangre, muebles destruidos y casas que podían caerse en cualquier momento. Revisé cada una de las casas en busca de pistas, y en cada casa notaba distintos detalles. En una casa, encontré un peluche que aparentemente fue acuchillado, por que estaba totalmente rajado. Pero lo curioso era que tenia sangre. Sentí escalofríos. ¿Con que propósito alguien podría haber hecho eso? En otra casa, encontré restos de lo que parecían ser huesos, pero humanos, cortados, al parecer, con mucha dedicación. Algunos tenían marcas de colmillos, y sangre. Cada momento todo se tornaba más tenebroso y misterioso. En otra casa, encontré lo que parecía ser un pequeño altar, con un libro totalmente manchado con sangre, un símbolo extraño pintado en la pared, un cuchillo y una rosa. Quién sabe para que demonios usaron eso, y tampoco quise quedarme a tratar de averiguarlo. En otra casa, encontré montones de jaulas lo suficientemente grandes como para refugiar a un perro de tamaño “normal” en su interior. Todas estaban abiertas, y llenas de sangre. Emitían un olor repugnante. En otra casa, encontré montones de fotografías de niños jugando. Al lado de las fotografías, un dibujo hecho a mano de una hoguera, y en su interior niños quemándose. Me estremecí. Cada vez entendía menos que ocurría, que ocurrió, y que eran todas estas cosas extrañas que encontraba en esas casas. Pero lo peor estaba por venir…

Llegué a la casa de “esa persona”. Dentro de la casa, encontré un pasaje subterráneo que me condujo hasta una pequeña habitación con una vela casi agotada. Dentro de la habitación encontré un diario de vida encima de una cama muy desarmada y con manchas rojas, que aparentemente era sangre. Dentro del diario, que al parecer era de ella, se relataban algunas cosas que habían ocurrido en la ciudad. En el último escrito, que era de hace tres días, decía: “Estábamos tranquilos en mi casita del árbol, cuando sonó el estruendo de una bomba. Yo estaba pensando en mi querido soldado que se marchó a la guerra. Toda la gente corría en pánico, cuando bajaron aquellos “seres”. No soy capaz de describirlos como humanos, por que no lo eran y tampoco lo parecían. Lucían una especia de capucha en la cara, una cara horrenda, llena de odio y venganza. Traían consigo armas que yo nunca había visto en mi vida. Dijeron que no querían matar a nadie, que por favor nadie se resistiera a ser arrestado. Mi vecino, Juan, dijo que ellos no eran nadie para quitarnos nuestra libertad, y se opuso al arresto. Los “seres” lo tomaron, y se lo llevaron a un camión. Lo único que se escucharon fueron gritos incesantes. Gritos de desesperación, de dolor, de un terrible sufrimiento. De pronto, por la puerta del camión salieron los seres, arrastrando una bolsa. Dijeron que Juan fue dado de “baja”, y que el próximo que se opusiera sufriría las mismas consecuencias. Nadie dijo nada, y fueron todos arrestados. Yo me oculté en el pasaje subterráneo que construyo para mí mi amado soldado, meses antes de irse a la guerra. Aquí llevo todo el día. No se que estará pasando afuera. Escucho mucho movimiento. Alguien entró a la casa. Se escucha como destruyen todo. Al parecer me están buscando. Estoy sola… Nadie me puede proteger. ¿Será mi fin? Estoy desesperada. ¡¡Han entrado en el pasaje!! Se escuchan sus horrendas voces. Sus pasos endemoniados. Están golpeando la puerta. Van a entrar. No quiero morir. Si puedes leer estás últimas palabras, por favor, haz algo por esta ciudad. Te lo imploro. ¡¡Ayúdame!! ¡¡Ayúdame!! ¡¡Ayúda…” La escritura parecía haber sido abruptamente cortada. El lápiz con que fue escrita estaba encima, y partido en dos. No sabía si ella estaba viva o no. Lo que sí sé, es que esos “seres” como los nombra se la llevaron, y no se donde. Decidí que terminaría de inspeccionar la villa, y volvería al punto de reunión. Ninguna otra casa presentaba detalles como los anteriores, pero si todas tenían evidencia que ahí hubo mucha violencia, y probablemente más de una muerte, por que había sangre por todos lados. En la última casa que encontré, también encontré un pasaje secreto. Descendí por las escaleras. Y descendí, y descendí, y seguí descendiendo. Parecían no tener fin. En un momento, la luz natural no llegaba, y tuve que sacar mi linterna. Avancé con más cautela. Las escaleras seguían en descenso. Parecía ser que alguien quería llegar al infierno. Llegué al final, y noté en el piso papeles esparcidos en el suelo, todos con escritos. Algunos decían “MuErTe PaRa Mi… FeLiCiDaD pArA eL rEsTo!!” Otros simplemente tenían garabatos imposibles de leer. Pero uno de ellos era mucho mas extenso, y decía: “Aquí nunca me encontrarán. Me refugiaré aquí unos días, hasta que se vayan. Estoy solo. Nadie me puede ayudar. Estoy herido. ¿Será una pesadilla? ¿Será real? Todo parece una pesadilla. Todo parece un sueño… Nada es real, excepto el dolor. Escucho pasos. Se acercan. Es mi fin. Voy a morir aquí. Jamás me perdonarán el hecho de haber matado a uno de esas criaturas. El dolor se agudiza. Apenas puedo seguir escribiendo. Estoy llorando. Este es mi fin. Nunca pensé morir así. Solo. Apenas me puedo mover. Detrás de esa puerta, esta el cuerpo de la criatura. No se realmente que son. Idénticos a nosotros, idéntico al humano. Sin embargo, tienen algo extraño. Su cara irradia un odio más allá de nuestra comprensión. Los pasos se escuchan más fuerte. Voy a morir, eso es seguro. Quién sabe que será de mi cuerpo. Escribo esto, con la esperanza que alguien lo lea. Espero que esa persona no abra la puerta, a no ser que tenga nervios de acero y se crea preparado para ver cosas espeluznantes. Los pasos están cada vez mas cerca… Se acercan… Se acercan… Se acercan… Esto es el fin. Ahí vienen. Caminan lento, y se ríen. Parecen disfrutar este momento. Me están mirando. Ese odio que emiten, esa frialdad de su mirada… Me da escalofríos. Me están apuntando… Van a disparar. Adiós…” Sentía como la sangre corría por mis venas. ¿Qué demonios ocurrió aquí? Dudé si abrir la puerta. Pero lo hice, y lo que vi, me hizo arrepentirme de mi decisión. En el interior había dos cuerpos. Uno tenía la cara deformada, pero se podía observar un odio penetrante en su mirada que me hizo temblar. Y en el fondo de la habitación, otro cuerpo. Estaba colgado al revés, y parecía que lo habían “deshollejado” por completo. Se podían ver sus órganos. La piel estaba cortada en trozos y esparcida por todo el suelo. Detrás del cuerpo, había un gran escrito con sangre que decía “LA MUERTE ES DELICIOSA. EL SUFRIMIENTO… EXQUISITO”

Capítulo 3

Petit me despertó al amanecer. Me dijo que Gilder observó un ejercito grande que se acercaba, y que debíamos partir de inmediato para llegar a la base a avisar. Me levanté, y emprendimos camino. Era un día lluvioso. Muy lluvioso. Nuestra ropa estaba totalmente empapada, y nuestras botas llenas de agua. Al cabo de una hora, llegamos a la base. Dimos nuestro reporte al coronel de turno, y nos pasó una habitación para poder descansar y recuperar fuerzas. Gilder y Petit aprovecharon esa instancia para enviar cartas a sus seres queridos, y llamar por teléfono. Como yo no llamé a nadie, ni tampoco escribí nada, fui a enviar la carta que Dante me entregó para su mujer. En eso, me topo con un viejo compañero de pelotón que luego fue enviado a otra base, Gerardo. Gerardo era un tipo derecho, que jamás tenía miedo de decir la verdad. Éramos amigos desde el colegio, y por lo tanto, el verlo me dio un rato de familiaridad. El se alegro mucho al verme con vida. Charlamos un rato. Me contó que el próximo mes se casaría con la mujer que, para el, “simplemente le arrebató el corazón”. Me sentí feliz por el, y de inmediato pensé que era alguien mas valioso que mi, puesto que tenia a alguien a su lado. Me invitó a su fiesta de boda, y yo acepté a ir, siempre y cuando saliera vivo de esta guerra. Gerardo rió y dijo “¡¡por supuesto que saldrás vivo!!”. Derrochó un optimismo similar al que mostraban Petit y Gilder, y yo no lo entendía. Estamos en desventaja, se acerca un ejército a atacarnos… ¿Cómo pueden mantener el optimismo? No lo entendía. De pronto, sonó la alarma. El enemigo se acercaba. Todos fuimos a nuestros puestos. Yo quedé separado de mis amigos. Ellos estaban en la defensiva aérea, y yo estaba en la defensiva frontal. Fue una cruda batalla. Cada soldado que moría era prueba de una nueva victoria de la guerra. Cada bala insertada en el cuerpo de una persona (aliado o enemigo) mostraba la crueldad y lo despiadado que podía ser una persona. Cada granada mostraba la excitación al encontrarse en esa situación. Cada detalle de la guerra confirmaba más la teoría de que el hombre es un maldito sadomasoquista que disfruta con el dolor ajeno. Luego de una ardua lucha, logramos repeler el ataque. Pero cuando todo parecía calmarse, se escuchó un disparo en el sector de las defensas aéreas. Yo recordé que mis amigos estaban ahí, y corrí de inmediato a ver que sucedía. Cuando llegué, vi algo que me paralizó el cuerpo. Petit estaba herido en el brazo, y Gilder estaba siendo amenazado con una pistola en la cabeza por un soldado enemigo. Entré en la habitación, dispuesto a salvar a mis compañeros. El enemigo me apuntó. No retrocedí. Sabia que, si alguien debía morir ahí, debía ser yo. Era el que menos valía en esta tierra. El soldado se acercó a mí, y me apuntó con el arma en mi dañado cráneo. Yo estaba desarmado. Luego, apuntó a Petit, y exclamó “Este será el primero…”, y se aprestó a jalar el gatillo. Yo no lo iba a permitir. Petit tenía una proyección enorme, era una gran persona, gran soldado, y no podía morir antes que yo, que no valía mucho. Puse mi mano en el agujero por donde sale la bala, y comencé a luchar contra el soldado enemigo. En eso, el soldado dispara, penetrándome la mano con el balazo. Gilder, al ver que yo estaba en peligro, arriesgo tontamente su vida lanzándose sobre el enemigo, quitándole el arma. Lo amenazó, y le dijo que quedaría como prisionero de guerra. Yo encontré esa idea la más absurda del mundo. Había que darle muerte de inmediato. Era un enemigo. Pero Petit y Gilder no encontraban el motivo de matar a alguien sin motivo. Yo sí. Era el enemigo. Ese hombre nos iba a matar sin remordimiento, pero sin embargo ellos lo dejan vivir. No entiendo en que demonios están pensando.

Pasada la batalla, yo y mis amigos fuimos al médico a curarnos de nuestras lesiones. Aproveché de preguntar a Gilder por que hizo esa tontería de saltar encima del enemigo, sabiendo que este lo podía matar de inmediato. Su respuesta fue “te vi en peligro, y no quiero que nada malo te pase”. Yo le dije que eso era absurdo, que el debía privilegiar su bienestar o el de Petit, puesto que ellos tenían mayores proyecciones y eran mejores soldados. Gilder simplemente se echó a reír y dijo que yo estaba loco. Yo me reí con el, solo para no llevarle la contraria. Consideraba bastante tonto su argumento, de mucho menos peso que el dado por mi persona. Es ilógico. ¿Por qué alguien debería arriesgar la vida por otra persona que será “peor” que ella? ¿Por qué ese afán de salvar vidas, cuando no las valen? ¿Por qué ese estúpido pensamiento de querer salvarme, si valgo menos que ellos? ¿Acaso no se dan cuenta? ¿Deberé decírselos? ¿O simplemente quieren ser recordados como héroes? O quizás Gilder quería ser el que capturara al enemigo, para llevarse el crédito el. No podía permitir que alguien inferior como yo hiciera algo que el no pudo. Probablemente era eso. Pero yo simplemente quería que ellos vivieran, por que valen más. No me cansaré de decir eso. La gente que vale menos (como yo) debe proteger a la gente mas valiosa (Petit o Gilder), por que ellos serán mas aporte para el mundo de lo que puede serlo uno. Pero la gente siempre ríe cuando yo expreso esa idea, siendo que es muy cierta. Es como cuando vas a comprar algo. Lógicamente eliges lo mas bueno. Esto es lo mismo. Hay que elegir lo mas bueno, lo que pueda rendir mas y ayudar mas, no la escoria del planeta que lo único que hace es ocupar espacio y respirar aire valioso para otras personas.

Al salir de la enfermería, el coronel de turno nos informa que hemos sido seleccionados para una nueva misión. Debemos volver a nuestra ciudad de origen, que fue atacada y tomada por el enemigo, y recuperarla. Debemos infiltrarnos y sacar toda la información posible para hacer un ataque fugaz y recuperar la ciudad en el menos tiempo posible. Partiríamos a la madrugada del día siguiente. Fuimos a preparar nuestro equipamiento, y mientras lo hacíamos, Gilder comentó que ojala su amada siguiera viva. Que no sabe que hará si la muerte se la ha llevado. Yo le dije que simplemente seguir con su vida, que no se puede echar a morir por una simple persona, si hay miles de personas iguales en la tierra. Me miró con cara de sorpresa, y no emitió ningún comentario. Petit, por su parte, pedía que su familia estuviera con vida. Yo, la verdad, no pedía nada. Si había gente con vida, bien. Si no, bien igualmente. Pero de pronto, pensé en esa mujer. En esa misma mujer que me quita el sueño en la noche, y esa misma mujer de la que Dante habló antes de morir, por que yo se lo había comentado antes. Y por algún motivo, me dolió mi estómago, e inconcientemente deseaba que esa persona se encontrara a salvo. Que nada malo le haya ocurrido. Pero una sensación de odio me invadió fuertemente al pensar que el enemigo quizás algo le había hecho. Y tuve un especial interés en la misión, un interés que nunca había tenido por ninguna otra misión que haya hecho antes. Y una fuerza desconocida invadió todo mi cuerpo, de pies a cabeza. No era odio, por que yo lo hubiera sentido. Era una fuerza extraña, reconfortante, cálida, que jamás había sentido en mi vida. Y esa fuerza, a la vez, me dio una tranquilidad y una paz que no había experimentado nunca en mi vida. Y con esa extraña sensación, fui a dormir, pensando en la misión del día siguiente, y rogando por que esa fuerza tan reconfortante y hermosa no desapareciera. Y, dentro de mí, existía un ruego por que esa mujer, por la cual me siento atraído, estuviera viva. Era la única cosa que podía pedir…