domingo, junio 22, 2008

Capítulo 4

Al despuntar el alba, ya estábamos todos listos para partir a nuestra nueva misión. Fuimos 5 soldados elegidos para tan importante compromiso: Gilder, Petit, un soldado que era de nuestro pelotón llamado Fernando, un soldado que estaba en la base llamado John, y yo. Fuimos al hangar para que fuéramos llevados aéreamente a nuestra ciudad, y ahí comenzar la infiltración. En el camino, nadie comentó nada. Todos estábamos silentes, esperando el momento para descender del helicóptero. Llegamos a los 30 minutos de viaje. Nos preparamos, y descendimos. Estábamos nuevamente en tierra hostil. Por lo amplio del terreno, lo más conveniente era separarnos. Acordamos que al caer el anochecer, nos reuniríamos en una casa abandonada a 2 km del lugar donde descendimos. La idea de andar solo no me agrada mucho. No se que es lo que haré si tengo que tomar una decisión importante, o hacer algo que valga la pena. Pero que va. Si la misión sale bien o sale mal, me da lo mismo. Pero de pronto, al pensar eso, recordé a esa persona. A esa persona que me quitó el sueño la noche anterior y que me brindó una fuerza que jamás había experimentado. Y la misión dejó de serme indiferente, y sentía reales deseos de dar lo mejor de mí, aunque fuera una miseria. A mi me tocó inspeccionar la villa donde me crié, y donde vive esa persona. Fue un golpe de suerte. Solo quería encontrarla sana y salva. No tendríamos comunicación entre nosotros, por lo tanto no sabría nada de mis compañeros hasta llegar el anochecer, si es que vivía.

Caminé alrededor de 7 kms antes de encontrarme con la entrada a la villa. Estaba totalmente destruida, y parecía un lugar muy tétrico. Algo en ese lugar me daba mala espina. Se me erizó hasta el último pelo de mi cuerpo. Cuando comencé a inspeccionar el lugar, me di cuenta que algo raro había pasado. No había ningún habitante en la villa, pero tampoco encontré los cuerpos de nadie. Esperaba encontrar a alguien que me guiará, pero nada. Solo polvo, sangre, muebles destruidos y casas que podían caerse en cualquier momento. Revisé cada una de las casas en busca de pistas, y en cada casa notaba distintos detalles. En una casa, encontré un peluche que aparentemente fue acuchillado, por que estaba totalmente rajado. Pero lo curioso era que tenia sangre. Sentí escalofríos. ¿Con que propósito alguien podría haber hecho eso? En otra casa, encontré restos de lo que parecían ser huesos, pero humanos, cortados, al parecer, con mucha dedicación. Algunos tenían marcas de colmillos, y sangre. Cada momento todo se tornaba más tenebroso y misterioso. En otra casa, encontré lo que parecía ser un pequeño altar, con un libro totalmente manchado con sangre, un símbolo extraño pintado en la pared, un cuchillo y una rosa. Quién sabe para que demonios usaron eso, y tampoco quise quedarme a tratar de averiguarlo. En otra casa, encontré montones de jaulas lo suficientemente grandes como para refugiar a un perro de tamaño “normal” en su interior. Todas estaban abiertas, y llenas de sangre. Emitían un olor repugnante. En otra casa, encontré montones de fotografías de niños jugando. Al lado de las fotografías, un dibujo hecho a mano de una hoguera, y en su interior niños quemándose. Me estremecí. Cada vez entendía menos que ocurría, que ocurrió, y que eran todas estas cosas extrañas que encontraba en esas casas. Pero lo peor estaba por venir…

Llegué a la casa de “esa persona”. Dentro de la casa, encontré un pasaje subterráneo que me condujo hasta una pequeña habitación con una vela casi agotada. Dentro de la habitación encontré un diario de vida encima de una cama muy desarmada y con manchas rojas, que aparentemente era sangre. Dentro del diario, que al parecer era de ella, se relataban algunas cosas que habían ocurrido en la ciudad. En el último escrito, que era de hace tres días, decía: “Estábamos tranquilos en mi casita del árbol, cuando sonó el estruendo de una bomba. Yo estaba pensando en mi querido soldado que se marchó a la guerra. Toda la gente corría en pánico, cuando bajaron aquellos “seres”. No soy capaz de describirlos como humanos, por que no lo eran y tampoco lo parecían. Lucían una especia de capucha en la cara, una cara horrenda, llena de odio y venganza. Traían consigo armas que yo nunca había visto en mi vida. Dijeron que no querían matar a nadie, que por favor nadie se resistiera a ser arrestado. Mi vecino, Juan, dijo que ellos no eran nadie para quitarnos nuestra libertad, y se opuso al arresto. Los “seres” lo tomaron, y se lo llevaron a un camión. Lo único que se escucharon fueron gritos incesantes. Gritos de desesperación, de dolor, de un terrible sufrimiento. De pronto, por la puerta del camión salieron los seres, arrastrando una bolsa. Dijeron que Juan fue dado de “baja”, y que el próximo que se opusiera sufriría las mismas consecuencias. Nadie dijo nada, y fueron todos arrestados. Yo me oculté en el pasaje subterráneo que construyo para mí mi amado soldado, meses antes de irse a la guerra. Aquí llevo todo el día. No se que estará pasando afuera. Escucho mucho movimiento. Alguien entró a la casa. Se escucha como destruyen todo. Al parecer me están buscando. Estoy sola… Nadie me puede proteger. ¿Será mi fin? Estoy desesperada. ¡¡Han entrado en el pasaje!! Se escuchan sus horrendas voces. Sus pasos endemoniados. Están golpeando la puerta. Van a entrar. No quiero morir. Si puedes leer estás últimas palabras, por favor, haz algo por esta ciudad. Te lo imploro. ¡¡Ayúdame!! ¡¡Ayúdame!! ¡¡Ayúda…” La escritura parecía haber sido abruptamente cortada. El lápiz con que fue escrita estaba encima, y partido en dos. No sabía si ella estaba viva o no. Lo que sí sé, es que esos “seres” como los nombra se la llevaron, y no se donde. Decidí que terminaría de inspeccionar la villa, y volvería al punto de reunión. Ninguna otra casa presentaba detalles como los anteriores, pero si todas tenían evidencia que ahí hubo mucha violencia, y probablemente más de una muerte, por que había sangre por todos lados. En la última casa que encontré, también encontré un pasaje secreto. Descendí por las escaleras. Y descendí, y descendí, y seguí descendiendo. Parecían no tener fin. En un momento, la luz natural no llegaba, y tuve que sacar mi linterna. Avancé con más cautela. Las escaleras seguían en descenso. Parecía ser que alguien quería llegar al infierno. Llegué al final, y noté en el piso papeles esparcidos en el suelo, todos con escritos. Algunos decían “MuErTe PaRa Mi… FeLiCiDaD pArA eL rEsTo!!” Otros simplemente tenían garabatos imposibles de leer. Pero uno de ellos era mucho mas extenso, y decía: “Aquí nunca me encontrarán. Me refugiaré aquí unos días, hasta que se vayan. Estoy solo. Nadie me puede ayudar. Estoy herido. ¿Será una pesadilla? ¿Será real? Todo parece una pesadilla. Todo parece un sueño… Nada es real, excepto el dolor. Escucho pasos. Se acercan. Es mi fin. Voy a morir aquí. Jamás me perdonarán el hecho de haber matado a uno de esas criaturas. El dolor se agudiza. Apenas puedo seguir escribiendo. Estoy llorando. Este es mi fin. Nunca pensé morir así. Solo. Apenas me puedo mover. Detrás de esa puerta, esta el cuerpo de la criatura. No se realmente que son. Idénticos a nosotros, idéntico al humano. Sin embargo, tienen algo extraño. Su cara irradia un odio más allá de nuestra comprensión. Los pasos se escuchan más fuerte. Voy a morir, eso es seguro. Quién sabe que será de mi cuerpo. Escribo esto, con la esperanza que alguien lo lea. Espero que esa persona no abra la puerta, a no ser que tenga nervios de acero y se crea preparado para ver cosas espeluznantes. Los pasos están cada vez mas cerca… Se acercan… Se acercan… Se acercan… Esto es el fin. Ahí vienen. Caminan lento, y se ríen. Parecen disfrutar este momento. Me están mirando. Ese odio que emiten, esa frialdad de su mirada… Me da escalofríos. Me están apuntando… Van a disparar. Adiós…” Sentía como la sangre corría por mis venas. ¿Qué demonios ocurrió aquí? Dudé si abrir la puerta. Pero lo hice, y lo que vi, me hizo arrepentirme de mi decisión. En el interior había dos cuerpos. Uno tenía la cara deformada, pero se podía observar un odio penetrante en su mirada que me hizo temblar. Y en el fondo de la habitación, otro cuerpo. Estaba colgado al revés, y parecía que lo habían “deshollejado” por completo. Se podían ver sus órganos. La piel estaba cortada en trozos y esparcida por todo el suelo. Detrás del cuerpo, había un gran escrito con sangre que decía “LA MUERTE ES DELICIOSA. EL SUFRIMIENTO… EXQUISITO”

No hay comentarios.: